“Implementar una carrera docente como una forma de apuntalar la calidad académica”

Integrantes de la comisión directiva de ADIUNT participaron de las Jornadas denominadas «La Universidad y la Socialización del Conocimiento», los días 12 y 13 de Agosto de 2010 en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, organizadas por la Universidad Nacional de Catamarca y el Consejo Interuniversitario Nacional. Estas Jornadas se inscriben en el marco de la conmemoración del Bicentenario de la Revolución de Mayo que organizan las Universidades Nacionales. El presente trabajo sólo implica las opiniones personales de los expositores, en función de la experiencia y práctica docente y desde su participación gremial en la Asociación de Docentes e Investigadores de la U.N.T. (ADIUNT).

El objetivo fue instalar en la comunidad universitaria regional, la necesidad de implementar una carrera docente como una forma de apuntalar la calidad académica y devolver a las universidades públicas la centralidad en la producción de conocimiento de excelencia. Para ello se propone normatizar el ingreso, la permanencia y la estabilidad progresiva de los docentes, atendiendo las realidades locales. Esto contribuiría a (1) recortar la discrecionalidad de los poderes de turno; a (2) fomentar la formación, el perfeccionamiento y la actualización docente; como así también a (3) institucionalizar un nuevo derecho docente: la carrera docente.

Expositores

Prof. Daniel Antonio Jiménez, vocal de la Fac. de Filosofía y Letras (ADIUNT)

Mg. Oscar Américo Pavetti, secretario gremial (ADIUNT)

EJE 2: UNIVERSIDAD Y ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO ACADÉMICO.

Línea: Calidad académica. Los procesos de calidad y la misión institucional.

La década del 90 consolidó mundialmente el auge del neoliberalismo, expresado en un programa económico político que impregnó las estructuras estatales con una nueva lógica basada en las teorías del management norteamericanas, que dejando de lado las diversas y a veces contradictorias propuestas con las cuales se pensaba lo social, puso el acento en la ruptura de lo público y lo privado en beneficio de este último.

Las políticas argentinas de esa época se  hicieron eco de los planteos de las instituciones financieras internacionales que difundieron el programa neoliberal, consolidando un discurso eficientista/productivista muchas veces a contramano de las necesidades sociales y del desarrollo local.

En nuestra área, la educación, que originalmente había sido concebida como un motivo central de la construcción de la sociedad argentina inclusiva, como promotora de la movilidad social, cayó en las reglas del mercado y con ello se materializó como una mercancía que debía responder a las leyes de la oferta y la demanda. Contradictoriamente con el discurso de “la sociedad del conocimiento” y del potencial científico como eje de las nuevas ciudadanías, las prácticas gubernamentales dejaron a la oferta privada la resolución del crecimiento y la diversificación de la oferta educativa. Ese Estado educador del siglo XX sucumbía así a las nuevas lógicas tecnocráticas cuya legitimación económica nunca habían sido discutidas racional ni democráticamente en el país.

El carácter mundial de estos cambios tomó el nombre de “globalización”, presentándose como la panacea donde la sociedad de la información regularía un mundo nuevo pleno de oportunidades para todos y acríticamente se aceptó, que tanto las tecnologías como los mercados, formaban parte de un mercado mundial de competencia perfecta.

Es así que sin tomar en cuenta algunos aspectos como: la brecha tecnológica, los monopolios, las diferencias históricas, las connivencias y la corrupción estatal; se idealizó la tecnología como si se tratase de una película de ficción que entretuviese a todos por igual, desalojando la impronta humanista que había guiado a la Universidad en particular. El gran desarrollo de las nuevas tecnologías y los contenidos de la comunicación, fueron parte sustancial de las agresivas políticas de unos pocos países desarrollados, cuyas 2ª o 3ª generación tecnológica fueron pasando a los países del “tercer mundo”, quienes consumieron muchas veces sin haber desarrollado antes los criterios o habilidades necesarias para entender o aplicar estas nuevas herramientas.

Tras la grave crisis argentina del 2001 que cuestionó duramente el modelo neoliberal, los siguientes gobiernos plantearon el regreso a un rol del Estado interventor/benefactor que reconstituyera las bases del capitalismo argentino. Bajo este marco, nuestra Universidad Pública necesitó reformular su rol y atender nuevas demandas, más allá de las básicas, que consisten en enseñar, investigar e intervenir en el medio.

Entendemos que reconocer este problema es necesario para no caer en la ilusión primermundista, postulando la necesidad de construir conocimiento en forma autónoma como el mayor desafío de la Universidad actual. Así, es posible remitirnos a la calidad académica que distingue históricamente a la Universidad Pública  como uno de los pilares a fortalecer.

A través de nuestra experiencia y práctica docente hemos considerado la necesidad de ir enmendando/adecuando la carrera académica establecida en los respectivos Estatutos universitarios (por lo menos así lo indican los estatutos que hemos consultado), atendiendo a la posibilidad de realizar reformas en los mismos, que adecuen críticamente los procesos globalizantes con la calidad académica que requiere hoy la Universidad. Desde otro ángulo, en este caso desde el gremial, al respecto se ha planteado la necesidad de instituir con claridad una carrera docente que determine las condiciones de ingreso, permanencia y estabilidad progresiva de la que carecen la mayoría de los docentes universitarios. De establecerse una carrera docente, creemos que contribuiría no tan sólo al desarrollo académico, sino también a constituir una base de objetividad que permita que los factores que hacen a la excelencia no se vean sometidos a la discrecionalidad de los poderes de turno y que en cambio promuevan la formación, el perfeccionamiento y la actualización. Aparecería así la emergencia de un nuevo derecho docente –la carrera docente- que daría un horizonte más seguro, susceptible de complementarse con la reciente ley de Jubilación (Nº 26.508) que estableció el 82% (relativamente) móvil y la posibilidad de optar por permanecer en la actividad laboral hasta los setenta años. Es este aspecto parcial que nos gustaría que sea objeto de debate en estas jornadas como un aporte para restablecer la centralidad de la Universidad Pública en la producción de conocimiento de excelencia y un desafío para las distintas gestiones universitarias de turno de avenirse a una propuesta de cambio.

Tucumán, 6 de agosto de 2010.